Mujeres Palestinas resistiendo la ocupación



Cuatro pilotos palestinas corren en Cisjordania contra mucho más que el reloj

En un entorno masculino y un territorio repleto de barreras al movimiento, cuatro jóvenes pilotos palestinas rompen moldes con su equipo, «Speed sisters», una historia de superación que inspira un documental.
Nur Daud, de 21 años, Mona Enab (24), Betty Sade (31) y Mara Zahalka (20) reunían todas las condiciones para que su compartida pasión por las cuatro ruedas se hubiese quedado en una quimera.

Para empezar, son mujeres. Si en general esto ayuda poco a abrirse camino en la vida, la misión se vuelve casi heroica en un mundo, el automovilístico, dominado por hombres, y en una sociedad, la palestina, tradicional y con marcados roles de género.

«La sociedad árabe tiene esa idea de que el deporte es sólo cosa de hombres. Ahora que la gente se ha dado cuenta de que esto no es para mí una mera afición, lo entiende mejor», señala Mara, que tuvo «muchos problemas» en su ciudad natal, Yenín, para sacar su sueño adelante.

En 2005, cuando empezaron a competir por separado, muchos fruncieron el ceño en los vecindarios. Seis años después, una de ellas, Betty, se coló en la hasta entonces inexpugnable fortaleza masculina de los diez mejores corredores palestinos.

«El auto no sabe si eres hombre o mujer», resume en español Betty, hija y hermana de automovilistas, nacida en México y parcialmente criada en Chile.

Enfundada en su traje de entrenamiento rojo y n***o, Nur reconoce que el principio fue «duro».

«Cuando circulo por las calles piensan que soy un hombre. Luego se acercan, ven que soy una mujer y se emocionan», añade.

Pero las «Sisters» no tienen que lidiar sólo con barreras socioculturales, sino también con otras más tangibles.

Cisjordania, el territorio palestino bajo ocupación israelí desde hace 45 años donde viven y entrenan en cualquier puñado de metros cubierto de asfalto, es una suerte de carrera diaria de obstáculos.

Centenares de retenes, terminales militares, vías cortadas a los palestinos pero permitidas a los colonos judíos y la famosa barrera de separación dibujan un fragmentado mapa en el que la velocidad adquiere un simbólico significado de libertad.

«Ojalá algún día tengamos un Estado y podamos tener donde entrenar, como en otros países del mundo», señala Betty.

Los casi dos tercios de Cisjordania con amplios espacios abiertos están bajo control administrativo y militar israelí, por lo que construir una pista profesional resulta imposible, además de que la situación de conflicto ha dejado durante décadas al deporte palestino muy abajo en la lista de prioridades.

Aquí, a las afueras de Ramala, las «Sisters» han colocado barriles vacíos de plástico en el aparcamiento de un matadero abandonado en el que se turnan para hacer trompos, curvas imposibles y acelerones que dibujan el suelo con círculos de llantas.

«Dentro del coche me siento tranquila», cuenta Mara, que conduce un modesto Seat Cupra al que tan sólo ha añadido un cambio de marchas más manejable.

Ninguna, de hecho, tiene coche de carreras profesional ni vive del automovilismo: Betty trabaja en el Consulado de México en Ramala y Mara estudia administración en la Universidad Americana de Yenín, mientras que Nur y Mona viven con sus padres sin estudiar ni trabajar.

Su personalidad impactó a la documentalista canadiense Amber Fares, que se decidió a seguirlas cámara en mano para rodar «Speed Sisters», en fase de producción y con el estreno previsto para 2013.

«La primera vez que vi a las chicas entendí que quería hacer un documental sobre ellas», señala Fares, que recauda fondos para concluir su proyecto a través de www.indiegogo.com/speedsisters .

Las cuatro corredoras han ido saliendo adelante hasta ahora gracias a patrocinios y ayudas puntuales.
En 2010 el Consulado Británico en Jerusalén Este les compró cascos y trajo a dos entrenadoras británicas durante un fin de semana para que les enseñasen trucos al volante y les preparasen mentalmente para competir.

A excepción de Palestina y la vecina Jordania, las «hermanas» sólo han salido juntas a competir al extranjero al circuito de Silverstone, en Reino Unido, explica su manager, Maysun Yayusi.

«Mi sueño es hacerme profesional y participar en circuitos internacionales», dice Nur frente a su coche, tuneado con llamas y con toda una declaración de intenciones en el capó: «Born to race» (Nacida para correr).

Representar en el mundo a Palestina (cuya bandera decora sus ventanillas, cascos o trajes) es para ellas un orgullo, un gesto de reivindicación nacional como parte de un pueblo sin Estado.

«Como mujeres palestinas mostramos al mundo que aquí no todo son controles militares y tensión. Es otra forma de resistencia ante la ocupación. Nosotras no resistimos con balas, sino de la forma que sabemos: conduciendo», sentencia Mara.

Fuente : Fuente: Antonio Pita, Agencia EFE

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